El escenario: un imponente Wanda Metropolitano, en Madrid, España, con tribunas llenas de sonoros seguidores que no se cansaron de alentar a sus equipos durante todo el encuentro.

Antecedido de un minuto de silencio en homenaje al futbolista español José Antonio Reyes, fallecido este domingo en un accidente vehicular, la final de la Champions League entre el Liverpool y el Tottenham comenzó con un tanto madrugador.

Mohamed Salah, el goleador del Liverpool, anotó de penal antes de que el cronómetro marcara los dos minutos del encuentro. El árbitro decidió el tiro penal por una mano de Moussa Sissoko, defensa del Tottenham Hotspur. No necesitó apelar al VAR para emitir su veredicto.

El ritmo frenético de esta final de equipos ingleses fue cediendo a uno más lento y lleno de jugadas truncas. El dominio del Liverpool, sin embargo, se traducía en mayores llegadas al arco rival.

El segundo gol llegó por cortesía de Divock Origi en el minuto 87. Fue el tanto que selló el triunfo para el Liverpool