Al parecer, estaría influyendo una paridad cambiaria que no sólo no logra acompañar el ritmo de la inflación doméstica, sino que, peor aún, baja, y eso alimenta la percepción de atraso que invita a "ahorrar en fierros" importados.
Los técnicos del Banco Central hacen ejercicios sofisticados y llegan a la conclusión de que con relación al mayor socio comercial, Brasil, principal origen de las importaciones de automotores, prácticamente no hay grandes desvíos, "se ubica en torno a 2 por ciento".
Sin embargo, esa no es la cuenta que hacen los argentinos que se volcaron al mercado automotor tanto en marzo como en el trimestre. En el primer caso, más que duplicaron las compras de unidades procedentes del resto del mundo; y en el segundo, la incrementaron a casi un 50%, a un ritmo de más de 530.000 al año, según se desprende de los datos aportados por la Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa).
Por el contrario, las entregas a concesionarias de unidades salidas de los trenes de montaje declinaron 31,8% en el mes y 16,5% en el trimestre, en ambos casos en comparación con similar período del año anterior.
Una vez más quedó de manifiesto, salvo muy pocas excepciones, como es el caso de la fabricación de camionetas de uso rural y urbano, el costo que paga el sector de tener una industria que trabaja para abastecer principalmente a Brasil; mientras que el mercado interno fue acostumbrado a demandar lo que produce el país vecino, principalmente, en gamas medias y bajas y extra Mercosur los de alta gama.
De ahí surge la dicotomía de un sector recesivo, por el lado de la producción, pero claramente expansivo desde el punto de vista de la demanda.
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